viernes, 6 de abril de 2012

EL FOTÓGRAFO

Un fotógrafo se gana la vida haciendo fotografías en su estudio, y su especialidad son los niños pequeños, tiene un don especial con ellos. Sin embargo, desde hace un tiempo casi no tiene clientela, y se ha visto obligado a salir a la calle con su cámara en busca de trabajo, llamando de puerta en puerta, tratando de encontrar nuevos clientes, y así hacer frente a la crisis.
Cierta mañana, un matrimonio sin hijos comenta en su domicilio una noticia del periódico:
María: “Pepe, ¿has leído la nota del gobierno sobre las medidas a tomar con los matrimonios que no tenemos hijos?”
Pepe: “No, no he leído nada”.
María: “Escucha: ‘Dado el alarmante descenso de natalidad en el país en los últimos años, este gobierno se ve en la necesidad de adoptar medidas, de forma que todos aquellos matrimonios que transcurridos cinco años desde la fecha de su enlace no hayan tenido descendencia, deberán aceptar obligatoriamente los servicios de un Agente Especial del gobierno, que tratará de subsanar esta anomalía’”.
Pepe: “Pues nosotros llevamos ya siete años casados… y la Ley es la Ley, habrá que cumplirla”.
María: “Entonces, si viene ese Agente... ¿qué hacemos?”
Pepe: “Mira, cielo… habrá que sacrificarse... bueno, se me hace tarde, tengo que marcharme ya a la oficina”.
A media mañana, cuando la mujer está con las labores de casa, llaman a puerta, y aparece el Fotógrafo:
Fotógrafo: “Buenos días, señora. Yo... verá, venía... bueno... ¿usted tiene niños?”
María: “No, señor. Pero pase usted. Ya he hablado con mi marido de ello y naturalmente está conforme, aunque resignado. Pero el caso es solucionar el problema, así que pase usted y póngase cómodo, como si estuviera en su
propia casa”.
Fotógrafo: “Los niños son mi profesión, señora”.
María: “No se violente, la culpa no es suya, sino nuestra; podemos comenzar cuando quiera, usted dirá que tengo que hacer...”
Fotógrafo: “Primero debemos hacer varias posturas para probar, una en el hall, otra de pie en el comedor, también en la cocina a gatas, varias en el sofá, un par de ellas en el baño y varias más cómodamente en la cama”.
María (con el susto en la cara): “¡Vaya! ¿Y para qué tantas?”
Fotógrafo: “Hay que asegurarse, pues muchas veces a la primera no se atina bien, conviene repetir varias veces; puede fallar por mal enfoque, por haberse movido demasiado, por estar sucio el objetivo, por sacarla antes de tiempo...”
María: “Bien, bien, la práctica es la práctica. Por algo es usted un profesional”.
Fotógrafo: “Antes de comenzar, quiero mostrarle ejemplos de mi trabajo, verá que está profesión es mi oficio”.
Entonces el hombre saca de su maletín un gran álbum de fotos y se lo muestra a la mujer:
Fotógrafo: “Mire que niños más preciosos”.
María: “Sí, desde luego son todos muy ricos, éste de aquí abajo es un sol, tan rubito”.
Fotógrafo: “Pues precisamente a éste le hice en un autobús en marcha”.
María: “¿En un autobús, delante de toda la gente?”
Fotógrafo: “Señora, la gente es muy comprensiva, incluso nos hicieron sitio apartándose para que lo hiciera a gusto, además la madre del niño es artista y quería publicidad”.
María (con grandes gotas de sudor frío cayéndola por las mejillas):
“¡Ya, ya...!”
Fotógrafo: “Y a este par de gemelos, los hice en un parque público y me costó su trabajo, no crea, me hicieron correr con el aparato en la mano, y las palomas se me posaban en él, menos mal que me ayudaron los guardas”.
María (a punto de desmayarse): “¿También los guardas del parque?”
Fotógrafo: “Sí, pero no tiene importancia. Bueno, podemos comenzar cuando quiera, voy a sacar el trípode y...”
María: “¡Oiga!, el trípode, ¿para qué?”
Fotógrafo: “Tengo un aparato muy grande, muy seguro y necesito apoyarlo en el trípode por su peso y... ¡señora!... ¡señora! (la señora cae desmayada) ¡Uff! ¡Cada día es más difícil encontrar trabajo!”

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