miércoles, 3 de febrero de 2010

El Nuevo Yerno

Un muchacho llega a la puerta de la casa de su novia y, al llamar, tiene la gran suerte de que le abre el padre de la chica.
"¿Qué deseas, joven?".
"Pues verá, precisamente vengo a hablar con usted".
"Bueno, pues pasa, vayamos al salón y ahí me cuentas de qué quieres hablar conmigo".
Una vez sentados cómodamente al calor de la chimenea, prosigue la conversación:
"¿Y bien? ¿Qué deseas de mí, joven?".
"Mire usted, vengo a comunicarle que a su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos casar".
El padre sonríe y le da una palmadita afectuosa al chico.
"Bien... Éso está muy bien, eso de que os querais casar, pero cuéntame, muchacho, ¿ya tienes un salario digno para poder sustentar a mi hija y a los hijos que vengan?".
El joven, con todo el aplomo de mundo, contestó:
"Pues verá, acabo de terminar la carrera de ingeniero, pero aún no gano mucho al carecer de suficiente experiencia. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su distinguida esposa y usted, por lo que confío en recibir una pequeña ayuda de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y la comida".
Un poco sorprendido por la respuesta, el padre hace otra pregunta:
"Ya... ¿y pensais comprar un piso o una casa? ¿O de momento quereis vivir de alquiler?".
El joven, con mirada inocente, contestó:
"Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir perfectamente dos matrimonios, no es necesario comprar o alquilar casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes".
El señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el interrogatorio:
"Dime una cosa... ¿tienes coche?".
El joven, sonriendo, respondió:
"No, no tengo coche, y además hemos estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más. Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir otro".
En ese instante, entró en la sala la madre de la novia, quien, mirando primero al joven y luego a su esposo, preguntó cordialmente:
"¿Se puede saber de qué hablais?".
El esposo respondió:
"Querida, qué bien que has venido. Quiero presentarte al señor Gallina, que pretende ser el futuro marido de nuestra hija".
El joven, desconcertado y molesto, preguntó:
"Oiga, ¿por qué me llama señor Gallina?".
"¡¡Pero bueno, grandísimo hijo de puta, ¿cómo demonios quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner son los huevos?!!".

No hay comentarios: