lunes, 11 de enero de 2010

La Vacante

Tomando el aperitivo, un amigo me contó lo siguiente:
Hace ya algún tiempo, cierta agencia de espionaje tenía una vacante para contratar a un asesino a su cargo.
Estos trabajos están muy altamente clasificados, por lo que son difíciles de ocupar, y hay muchas pruebas y verificación de referencias implicadas antes de que alguien pueda, incluso, ser considerado para la posición.
Entonces, después de evaluar a algunos aspirantes a través de las verificaciones, entrenamientos y pruebas pertinentes, las opciones se redujeron a dos hombres y una mujer para la única posición disponible.
Llegó el día de la prueba final para definir quién conseguiría el trabajo. Los agentes que administraban la prueba y al final deciden a quién eligen, llevaron a uno de los hombres a una puerta grande de metal y le dieron un arma y le explicaron la situación:
"Debemos confirmar que usted seguirá nuestras instrucciones no importa bajo qué circunstancias. Dentro de este sitio, usted encontrará a su esposa sentada en una silla. Tome esta arma y mátela".
El hombre, con una mirada de asombro, dijo:
"¡Usted no puede estar hablando en serio! ¡Yo nunca podría matar a mi propia esposa!".
"Bien, entonces usted, definitivamente, no es la persona adecuada para este trabajo", dijo uno de los agentes.
Así que trajeron al segundo hombre a la misma puerta, le entregan el arma y le explican los mismos parámetros de la prueba. El segundo hombre miró algo sobresaltado, pero sin embargo tomó el arma y entró al cuarto. Todo estuvo en silencio durante cerca de 5 minutos, y entonces la puerta se abrió. El hombre salió del cuarto con lágrimas en sus ojos y dijo:
"Intenté matarla, pero simplemente no pude apretar el gatillo. Supongo que no soy el hombre adecuado para el trabajo".
"No, usted no tiene lo que se necesita para ésto. Tome a su esposa y váyanse a casa", contestaron los agentes.
Ahora sólo les quedaba la mujer. La conducen a la misma puerta y le dan la misma arma:
“Como prueba final, debemos estar seguros de que usted seguirá nuestras instrucciones sin importar en qué circunstancias. Dentro encontrará a su marido sentado en una silla. Tome este arma y mátele".
La mujer tomó el arma y abrió la puerta. Antes incluso de que la puerta se cerrara completamente, los agentes oyeron a la mujer descargar el arma completamente, contando uno por uno cada tiro disponible en el proveedor.
Entonces el mismo infierno se apoderó de aquél cuarto. Se oyeron gritos, desgarramientos, golpeteo en las paredes. Esto continuó por espacio de varios minutos interminables y finalmente todo quedó en silencio. La puerta se abrió lentamente, y allí estaba parada la mujer. Se limpió el sudor de la frente y dijo:
"¡No me dijeron que el arma estaba cargada con balas de fogueo! ¡Así que tuve que matarlo a golpes con la silla!".

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