jueves, 28 de enero de 2010

En El Gimnasio

Llevaba un tiempo con ganas de bajar esos "kilitos navideños" que todos cogemos... Así que, hace unos días, aprovechando que era mi cumpleaños, mi mujer me regaló un bono de una semana en un famoso gimnasio. Aunque yo me mantengo normalmente en buena forma, pensé que era una buena idea para intentar quitarme las "mariscadas, costilladas y mazapanadas" que nos suelen atacar esos días, por lo que, tras pedir permiso en el trabajo a cuenta de las vacaciones de verano, llamé al gimnasio para hacer valer mi bono-reserva y me "endosaron" una entrenadora personal llamada Tasha, quien se auto-describió como una "Instructora de Aeróbic de 26 años, modelo de trajes de baño y ropa deportiva", y de paso me recomendó que llevara un diario para ir anotando mis progresos y sensaciones. Así fue mi semana de gimansio:
Lunes: Empiezo el día a las 6 en punto. Bastante difícil levantarse de la cama a esa hora, pero todo cambia cuando llego al gimnasio y veo que Tasha está ya esperándome. Parece una diosa griega: rubia, ojos celestes, una gran sonrisa con unos labios sensuales y un cuerpo capaz de provocar mareos. Tasha me da un rápido "tour" por el gimnasio, mostrándome todos los aparatos, y seguidamente comienzo la "tarea". Tras 5 minutos en la bicicleta fija, me toma el pulso y se alarma de que estuviera tan acelerado, pero yo lo atribuyo a su presencia constante y cercana, vestida con su malla de lycra... Me gusta mucho verla dar su clase de Aeróbic, después de acabar mi primer día de ejercicio. Tasha me motiva continuamente, a pesar de que ya me duele la tripa de tanto meterla para dentro, cada vez que pasa junto a mí...
Martes: Me tomo dos jarras de café bien cargado, sólo así logro salir de mi casa. Ya en el gimnasio, Tasha hace que me tumbe boca arriba, me pone a levantar una pesada barra de metal y después se atreve ¡¡¡a ponerle pesas a los lados!!! Más tarde, y con las piernas ya un poco debilitadas por la cinta de correr, logro completar ¡un kilómetro entero! La sonrisa de Tasha y su felicitación hace que todo lo pasado valga la pena... ¡Me siento fantástico...! Es como una nueva vida para mí.
Miércoles: La única forma de conseguir lavarme los dientes, es poner el cepillo sobre el lavabo y mover la cabeza a ambos lados encima de él. Creo que tengo una hernia en los pectorales. Conducir ya no es tan fácil: sólo al voltear el volante me duelen hasta las pestañas, y el intentar frenar es poco menos que un milagro, así que al fin puedo estacionar encima de una motito... Metido "en faena", Tasha se está empezando a impacientar algo conmigo por considerar que mis gritos molestan a los demás socios del club. Su voz resulta un poco aguda a esas horas de la mañana y cuando la alza con fuerza se vuelve nasal y muy estridente. Me duelen las pelotas cuando me subo a la cinta, así que Tasha me sube a la escaladora. ¿Para qué mierda inventó alguien una máquina así, para hacer algo que se ha vuelto obsoleto con los ascensores? Tasha me dijo que me ayudaría a ponerme en forma y a disfrutar la vida... otra de sus tantas promesas... cabronadas diría yo.
Jueves: Tasha me está esperando con sus jodidos dientes de vampiro y con su sonrisita estilo Jack Nicholson en "Batman". No puedo evitar llegar media hora tarde: es el tiempo que me gasto en ponerme los zapatos. La zorra de Tasha me pone a trabajar con las argollas pero, en cuanto se distrae, salgo corriendo a esconderme en el baño. Manda a otro entrenador tipo "armario 2x2" a buscarme y, como castigo, me pone en la máquina de remar... y me hundo. Hasta el fondo.
Viernes: Odio a la hijaputa de Tasha más que a cualquier otro ser humano que haya sido odiado a lo largo de la historia del mundo. Estúpida, famélica, anémica, cabrona sin cerebro... Si hubiese una parte de mi cuerpo que pudiese mover sin un dolor desesperante y aterrador, habría salido por patas hace rato, ¡la puta madre que la parió! Tasha quiere que trabaje en mis tríceps... ¡¡Yo no tengo tríceps, vacaburra...!! Y si no quiere que joda el piso o lo rompa, que no me pase las putas barras o cualquier otra cosa que pese más que un sandwich. En la bicicleta fija me desmayé y me despierto en la cama de una nutricionista, una hijaputa suprema que me da una cátedra de alimentación sana... ¡Claro!, la muy cabrona no tiene ni puñetera idea de lo que es cagarse realmente de hambre. ¿Por qué no me pudo tocar alguien más tranquilo, como un maestro de costura o un estilista?
Sábado: La zorrona de Tasha me deja un mensaje en el contestador telefónico con su vocecita de hiena loca preguntándome porqué no he ido hoy. Sólo con escucharla me dan ganas de patear al contestador, pero no tengo la fuerza suficiente ni para levantarlo, incluso ni para levantar el control remoto de la tele, así que me tiro 11 horas seguidas viendo el puto National Geographic... lleno de pajaritos cabrones brincando de rama en rama, una vez, y otra, y otra... ¡¡jodeeerrr"".
Domingo: Pido al chófer de la furgoneta de la iglesia que me venga a recoger para poder ir a misa y agradecerle a Dios que esta semana haya terminado. También rezo porque el año que viene, la hijaputa de mi mujer, me regale algo un poco más divertido, como una endodoncia, un cateterismo, un análisis de próstata... ¡algo llevadero!

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