viernes, 6 de abril de 2012

MADRES AL TELÉFONO

Dicen los científicos estudiosos de las flores y plantas que moran el planeta que han llegado a clasificar más de sesenta mil tipos distintos de orquídeas. Los doctores en medicina aseguran, por su parte, que hay hasta cuatro grupos sanguíneos diferentes en lo que a la sangre humana se refiere. Incluso el pueblo llano, sin hacer uso de complejos y caros instrumentos, sabe que hay seis formas distintas de atarse los cordones de las zapatillas. Por todo ello, y tras largos estudios sobre la “psique humana”, se puede afirmar que existen siete tipos diferentes de madre, de acuerdo a cómo llaman a sus hijas mediante el uso de ese “infernal artefacto” llamado teléfono.
1. Está la que te llama para contar estupideces, una tras otra, sin tiempo a dejar enfriar el auricular; siempre en el intervalo de entre dos y diez veces por día, para compartir contigo toda clase de anécdotas y chismes de gente que no conoces, discusiones que tuvo con tu hermana o tu padre, repetir casi enteros programas de televisión que nunca ves… Y además suele suceder que casi siempre te cuenta las mismas cosas: que se encontró con algún pariente lejano que conociste ¡a los dos años!, que se peleó con una amiga yendo de compras, y que ella le dijo ésto y la otra le respondió aquello, o que la vecina del 5º está cada día más joven, ¡que parece una chica!
2. A diferencia de la anterior, está la que tira bombas en el contestador, que es mucho más breve. En vez de divagar durante horas en el teléfono, prefiere mandar mensajes de texto cortitos pero certeros, para causar un gran impacto en sus hijos: “Tuve un accidente. No os preocupéis. Estoy bien”. “Atracaron a papá. Sólo el susto. Mañana os cuento”. Y con este mecanismo perverso logra siempre lo que quiere: que la llames a cualquier hora, con el estómago hecho un nudo, para que ella se haga la desentendida y te pregunte para qué llamas si te dijo que no te preocuparas, que no es nada, que en realidad el asalto había sido hace unos días pero se olvidó de comentároslo.
3. Igual de insoportable pero menos dramática, es la que vive convencida de que el contestador automático es un chisme en el que hay que esperar hasta que tú levantes el auricular. Ya sea por pereza, o por distracción, a este tipo de madre le resulta imposible asimilar que en los contestadores modernos no se escucha el mensaje en el momento de dejarlo, y que tú no estás al lado del teléfono sin querer cogerle. Para las hijas de estas madres es muy común llegar a casa por la noche y encontrar nueve, catorce, veinticinco mensajes idénticos: Maríaaaaaaaaa, soy mamá ¿Estás ahí? ¿Me escuchas? Bueno. Se ve que no ¿María? ¿No? Soy mamá, ¡eh! ¿María? Yo de nuevo. Mamá. ¿Estás por ahí? Si me escuchas, coge el teléfono.
4. Otro tipo insufrible de madre llamadora es la que piensa que el teléfono se inventó para confirmar corroborar, dar fe de que no estés muerta. Ya sea que hubo un robo en tu barrio, que descarriló un tren en Cuenca, que chocó un autocar que volvía de la Costa Blanca, o que un glaciar de la Antártida amenaza con derretirse, te suena el móvil o el de casa. Casi nunca te pilla cerca la desgracia, pero como no contestaste la llamada que te hizo unas horas antes, ella se imagina que estás accidentada y amnésica en un hospital. Esta semana te llamó para ver si pillaste el dengue como esa antigua amiga tuya misionera con la que hace años no hablas, para saber si conocías a alguien en el terremoto de Italia y para asegurarse de que llegaste sana y salva esa noche que saliste con unas amigas a tomar algo. Por si acaso.
5. Menos plañidera pero igual de molesta es la que cree que el móvil es un walkie-talkie para estar de forma continua y perenne en contacto contigo, igual que cuando vivíais juntas en la casa familiar. Una llamada no es una conversación, sino un comentario al pasar, un chisme por el pasillo, un codazo en la mesa al desayunar. Cuando te llama, se imagina que estás sentada a su lado tomando café y tiene ganas de charlar. Te llama a media mañana a la oficina y te pregunta si estás viendo cómo llueve, te llama al mediodía para contarte lo que acaba de pasar en su cocina, te llama por la noche para preguntarte si se pone el camisón verde o el rosa, o simplemente “para hablar”, mientras tú luchas por no herir sus sentimientos y terminar todo el trabajo atrasado que apilas en la mesa del rincón desde que ella se compró un móvil.
6. Otro ejemplo de madre que llama es la que no puede superar que te hayas ido y usa el móvil por nostalgia. No lo hace con maldad, por supuesto, pero esta clase de madre “melancólica” te llama decidida a arrastrarte con ella al pasado, cuando todavía vivías con ella. Te avisa de que hoy es el cumpleaños de tu tía (la que no ves desde hace años), de que mañana es el aniversario de la muerte del abuelo, o de que encontró por casualidad una foto de cuando eras pequeñaja, cuando aprendías a andar, y se puso a llorar.
7. Por último, está la madre que aparentemente te llama para ver cómo estás, pero en realidad sólo quiere contarte sus problemas. Casi espontáneamente, te llama por las noches y te hace alguna pregunta inocente de rutina (¿Y cómo estás? ¿Qué tal te fue en la fiesta?). Sin embargo, apenas empiezas a contarle algo, aprovecha cualquier comentario para enganchar su rosario de quejas repetitivas laborales, amorosas o familiares, hasta dejarte la oreja seca. Por lo general, cuando por fin cuelga, ella se desahogó por completo y se queda liviana como una pluma, pero tú te quedas llena de fantasmas y pesadillas, y mientras ella duerme como un angelito, tú te estás tomando dos pastillas para dormir o haciéndote una valeriana triple en la cocina, para aguantar hasta bien entrada la madrugada en vela, pensando qué va a pasar con tu familia.

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