Estando de visita a casa de mis tíos, para celebrar que su hija (mi prima) por fin se había sacado el carnet de conducir, ésta me enseñó una especie de diario donde anotaba las vivencias ocurridas con su recién estrenado y flamante coche.
19 de mayo: ¡Aprobé el examen de conducir! ¡Qué bien! Ya puedo conducir mi propio coche sin tener que oír las recomendaciones del profesor, siempre diciendo "¡¡Por ahí es sentido prohibido!!", "¡Vamos a salir en sentido contrario!", "¡¡Cuidado con la viejecita!! ¡¡Frena, frena!!" y otras cosas parecidas. No sé cómo le aguanté tanto durante estos últimos dos años y medio. Me voy directa a comprarme el coche que ya tenía apalabrado.
20 de mayo: La Autoescuela me hizo una fiesta de despedida. Los profesores ni siquiera dieron clase hoy. Uno de ellos dijo que iba a ir a misa a diario; al principio lo dudé, pero seguro que vi a otro con lágrimas en los ojos; y todos, casi al unísono, quedaron en ir a emborracharse para celebrarlo. Encontré simpática la despedida, pero creo que un pelín exagerada sí resultó.
21 de mayo: Fui a recoger el coche que compré, pero por desgracia tuve que dejarlo en el concesionario para cambiarle el parachoques trasero, pues cuando intenté salir confundí la marcha atrás con la primera. Debe ser la falta de práctica. Hace una semana que no conduzco.
26 de mayo: Ya tengo el coche. Estaba tan feliz al salir del concesionario que decidí dar un paseo en él. Parece que otros tuvieron la misma idea, pues me siguieron muchos coches, todos tocando el claxon como si fuese una boda. Para no parecer antipática les seguí la broma y reduje la velocidad de 30 a 20 Km/h. A los demás les gustó la idea y siguieron tocando el claxon aún más insistentemente.
27 de mayo: Mis vecinos son extraordinarios. Cerca de donde suelo aparcar pusieron carteles de aviso en letras grandes "ATENCION A LAS MANIOBRAS", marcaron con pintura blanca un sitio bien grande para dejar mi coche y prohibieron a sus hijos salir a la calle cada vez que yo salía o llegaba. Creo que todo lo hacen para no molestarme. Aún hay gente buena en este mundo...
28 de mayo: Los demás conductores siempre están tocándome el claxon y haciendo gestos. Creo que es algo simpático pero un poco peligroso. Ayer uno apuntó al cielo con el dedo del medio. Cuando me asomé para ver a qué estaba señalando casi me doy un golpe. Menos mal que iba a la velocidad acostumbrada de 20 Km/h.
29 de mayo: Los otros conductores tienen hábitos extraños. Además de hacer muchos gestos con la mano están siempre gritando. No escucho nada porque llevo siempre los cristales subidos, pero parece que quieren darme información. Lo digo porque creo haber oído decir a uno "Vete a casa". No sé cómo adivinó para dónde iba. De cualquier forma, cuando averigüe dónde está el botón que baja los cristales saldré de dudas.
30 de mayo: La ciudad está muy mal iluminada. Hoy di mi primer paseo nocturno y tuve que ir con las luces largas para ver bien. Todos los conductores con los que me crucé parecían estar de acuerdo conmigo porque también daban las luces largas y algunos incluso encendían otros faros que llevaban. Quizá fuera para espantar algún bicho.
31 de mayo: Hoy tuve un accidente. Entré en una rotonda y como había muchos coches (no quiero exagerar, pero como mínimo debían ser unos cuatro), no pude salir. Estuve dando vueltas bien cerquita del centro a la espera de una oportunidad para salir, pero acabé mareada y me di contra la fuente que había en el centro de la rotonda. Creo que deberían limitar la circulación por las rotondas a sólo un coche cada vez.
2 de junio: Estoy de mala suerte. Fui de compras al supermercado y cuando salía del parking me confundí de pie, acelerando a fondo en vez de frenar. Me di contra un coche que pasaba en ese momento, aplastándole todo el lateral derecho. El conductor era, por casualidad, el profesor que me aprobó el examen. Un buen hombre, sin duda. Insistí en que había sido culpa mía pero él, educadamente, no paraba de repetirse "¡Que Dios me perdone! ¡Que Dios me perdone!".
19 de mayo: ¡Aprobé el examen de conducir! ¡Qué bien! Ya puedo conducir mi propio coche sin tener que oír las recomendaciones del profesor, siempre diciendo "¡¡Por ahí es sentido prohibido!!", "¡Vamos a salir en sentido contrario!", "¡¡Cuidado con la viejecita!! ¡¡Frena, frena!!" y otras cosas parecidas. No sé cómo le aguanté tanto durante estos últimos dos años y medio. Me voy directa a comprarme el coche que ya tenía apalabrado.
20 de mayo: La Autoescuela me hizo una fiesta de despedida. Los profesores ni siquiera dieron clase hoy. Uno de ellos dijo que iba a ir a misa a diario; al principio lo dudé, pero seguro que vi a otro con lágrimas en los ojos; y todos, casi al unísono, quedaron en ir a emborracharse para celebrarlo. Encontré simpática la despedida, pero creo que un pelín exagerada sí resultó.
21 de mayo: Fui a recoger el coche que compré, pero por desgracia tuve que dejarlo en el concesionario para cambiarle el parachoques trasero, pues cuando intenté salir confundí la marcha atrás con la primera. Debe ser la falta de práctica. Hace una semana que no conduzco.
26 de mayo: Ya tengo el coche. Estaba tan feliz al salir del concesionario que decidí dar un paseo en él. Parece que otros tuvieron la misma idea, pues me siguieron muchos coches, todos tocando el claxon como si fuese una boda. Para no parecer antipática les seguí la broma y reduje la velocidad de 30 a 20 Km/h. A los demás les gustó la idea y siguieron tocando el claxon aún más insistentemente.
27 de mayo: Mis vecinos son extraordinarios. Cerca de donde suelo aparcar pusieron carteles de aviso en letras grandes "ATENCION A LAS MANIOBRAS", marcaron con pintura blanca un sitio bien grande para dejar mi coche y prohibieron a sus hijos salir a la calle cada vez que yo salía o llegaba. Creo que todo lo hacen para no molestarme. Aún hay gente buena en este mundo...
28 de mayo: Los demás conductores siempre están tocándome el claxon y haciendo gestos. Creo que es algo simpático pero un poco peligroso. Ayer uno apuntó al cielo con el dedo del medio. Cuando me asomé para ver a qué estaba señalando casi me doy un golpe. Menos mal que iba a la velocidad acostumbrada de 20 Km/h.
29 de mayo: Los otros conductores tienen hábitos extraños. Además de hacer muchos gestos con la mano están siempre gritando. No escucho nada porque llevo siempre los cristales subidos, pero parece que quieren darme información. Lo digo porque creo haber oído decir a uno "Vete a casa". No sé cómo adivinó para dónde iba. De cualquier forma, cuando averigüe dónde está el botón que baja los cristales saldré de dudas.
30 de mayo: La ciudad está muy mal iluminada. Hoy di mi primer paseo nocturno y tuve que ir con las luces largas para ver bien. Todos los conductores con los que me crucé parecían estar de acuerdo conmigo porque también daban las luces largas y algunos incluso encendían otros faros que llevaban. Quizá fuera para espantar algún bicho.
31 de mayo: Hoy tuve un accidente. Entré en una rotonda y como había muchos coches (no quiero exagerar, pero como mínimo debían ser unos cuatro), no pude salir. Estuve dando vueltas bien cerquita del centro a la espera de una oportunidad para salir, pero acabé mareada y me di contra la fuente que había en el centro de la rotonda. Creo que deberían limitar la circulación por las rotondas a sólo un coche cada vez.
2 de junio: Estoy de mala suerte. Fui de compras al supermercado y cuando salía del parking me confundí de pie, acelerando a fondo en vez de frenar. Me di contra un coche que pasaba en ese momento, aplastándole todo el lateral derecho. El conductor era, por casualidad, el profesor que me aprobó el examen. Un buen hombre, sin duda. Insistí en que había sido culpa mía pero él, educadamente, no paraba de repetirse "¡Que Dios me perdone! ¡Que Dios me perdone!".
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