lunes, 11 de enero de 2010

Fábulas

Me llamó un amigo. “Oye, te acabo de enviar por e-mail unos relatos de los que te gustan”:
FÁBULA DE LAS HORMIGAS
Dos hormigas van por el bosque y se encuentran un charco. Ante la imposibilidad de cruzarlo, esperan por si pasa un animal que pueda llevarlas al otro lado.
Entonces pasa un conejo que se ofrece a cruzarlas. Una de las hormiguitas, que era muy cursi, le dice al conejo: “No, no vamos a cruzar contigo porque tienes el pelaje sucio y asqueroso y nos vamos a ensuciar”.
Cuando el conejo se va, divisan un par de pajitas y deciden subirse en ellas, a modo de barca, para cruzar el charco. Cuando iban por la mitad del charco, un mal viento hizo que las pajitas se hundieran y las dos hormiguitas cayeron al agua y estuvieron a punto de ahogarse.
Moraleja: Más vale conejo sucio que dos pajas mal hechas.
FÁBULA DEL TORO Y LA MOSCA
Era un toro que estaba pastando tranquilamente en el prado, cuando de repente una mosca empieza a molestarle, zumbando sin parar alrededor de él.
El toro utiliza su largo rabo para intentar espantarla, pero la mosca sigue incordiando; hasta que se le coloca en la punta de la nariz. El toro aprovecha y de un lengüetazo atrapa a la molesta mosca.
Moraleja: Lo que no puedas acabar con el rabo, termínalo con la lengua.
FÁBULA DEL TORO Y LA HORMIGA
Un día, un toro cayó en un pantano de arenas movedizas y comenzó a hundirse. En ese momento pasaba una hormiguita y el toro le pidió auxilio. La hormiguita subió a su flamante y recién estrenado Volkswagen Golf TDI 115CV, amarrando el extremo de una cuerda al rabo del toro y el otro extremo al chasis del coche y sacó al toro de las arenas movedizas. El toro le estuvo eternamente agradecido y prometió ayudar a la hormiguita en lo que le pasara...
Pasaron los meses, y un día, el toro pasó por el mismo sitio y vio a la hormiguita dentro del pantano pidiendo auxilio. El toro alcanzó a la hormiguita con su rabo y la saco de allí....
Moraleja: Si tienes un buen rabo, no necesitas un Volkswagen Golf.
FÁBULA DEL PÁJARO Y EL CONEJO
Érase una vez un lindo bosquecillo donde todos los animalitos vivían en paz y armonía. Cierto día llegó el cumpleaños del pajarillo.
P.- Buenos días, señora rana.
R.- Buenos días, señor pajarillo.
P.- Hoy es mi cumpleaños y voy a dar una fiesta en mi árbol. Habrá música, mucha comida y bebida, haremos juegos y lo pasaremos muy bien. ¿Quiere usted venir a mi fiesta? Van a estar todos los animales del bosque.
R.- Claro que sí, señor pajarillo, no me lo perdería por nada del mundo.
P.- Muy bien, señora rana, entonces quedamos en mi árbol a las siete.
R.- Vale, allí estaré.
Y así fue contactando con todos los animales del bosque. Bueno, con casi todos…
P.- Buenos días, señor conejo.
C.- Y tú... ¿qué coño quieres?
P.- Hoy es mi cumpleaños y voy a dar una fiesta en mi árbol. Habrá música, mucha comida y bebida, haremos juegos y lo pasaremos muy bien. ¿Quiere usted venir a mi fiesta? Van a estar todos los animales del bosque.
C.- No.
P.- ¿Y por qué no? Si va ser una gran fiesta, con mucha comida, bebida y diversión.
C.- Pues porque no me da la gana, no quiero.
P.- Pero, señor conejo, si va a ser estupendo y van a estar todos los animalitos del bosque.
C.- Mira, pájaro de mierda, que no quiero, no quiero y no quiero. ¿Cómo puñetas te lo tengo que decir?
P.- Bueno, bueno, no se ponga así y perdone.
El señor pajarillo desistió de insistir al señor conejo y, de regreso a su árbol, a las siete en punto empezó la gran fiesta del señor pajarillo. Pero, a la vez, una fuerte tormenta de verano de las que no habían visto ni los más ancianos del lugar empezó a descargar.
El señor conejo iba pululando como una linda mariposita por el bosque cuando le pilló la tormenta, se dio cuenta que estaba todo desierto, se acordó de la fiesta del señor pajarillo y se dijo: "Anda, claro no hay nadie, porque están todos en la fiesta del pajarillo, y yo aquí como un tonto bajo esta lluvia. Como insistió tanto en que fuera, me imagino que no habrá ningún problema en que vaya". Y dicho y hecho, se fue corriendo (bueno, saltando), se plantó delante de la puerta del señor pajarillo y llamó.
P.- Sí, hola, buenas tardes, señor conejo.
C.- Hola, buenas tardes y felicidades.
P.- Muchas gracias. ¿Qué quiere?
C.- Pues nada, que como no hay nadie en el bosque y está lloviendo tanto, que si podría entrar a su fiesta.
P.- Lo siento, pero se lo dije tres veces y las tres veces me dijo que no.
C.- Hombre, perdóneme, no sabía lo que decía, pues claro que quería venir. ¿Quién se iba a perder la mejor fiesta del año?
P.- Que no, señor conejo, que usted dijo que no y es que no.
C.- Pero hombre, perdóneme, no ve que estoy aquí fuera, solo y empapado.
P.- Que no, no y no, y mil veces no.
Y con ésto cerró la puerta de un portazo, dejando al pobre conejillo solo y empapado bajo la lluvia.
Moraleja: Cuanto más duro se pone el pajarillo, más se moja el conejillo.
MORALEJA DEL CAZADOR
Un señor de 80 años llega al médico para un chequeo de rutina y el doctor le pregunta cómo se siente.
"¡¡Nunca estuve mejor!", le responde. "Tengo una novia de 18 años embarazada que tendrá un hijo mío".
El doctor piensa por un momento y dice: "Permítame contarle una historia. Yo conocí a un hombre que era un ávido cazador, nunca se perdió una temporada de caza, pero un día salió muy deprisa y se confundió, tomando su paraguas en vez de su rifle, y cuando estaba en el bosque apareció un gran oso frente a el. El cazador levantó su paraguas, apunto al oso y disparó. ¿Y a que no sabe qué pasó?", pregunto el doctor.
"No sé", dijo el anciano señor.
"El oso cayó muerto frente a él", dijo el doctor.
"¡Eso es imposible!", exclamó el señor: "Algún otro hombre debe haberlo hecho".
"¡¡A este punto quería yo llegar....!!", dijo el doctor.
MORALEJA DEL CLERO
Estaba un sacerdote conduciendo hacia su parroquia cuando en la carretera se encuentra con una monja conocida.
Para y le dice: “Hermana, suba que la llevo al convento”. La monja sube y se sienta en el asiento del copiloto.
Hace un cruce de piernas y entonces el hábito se le abre un poquito, dejando ver un poco la pierna.
El cura se le queda mirando y sigue conduciendo. Al rato le toca la pierna y la monja le dice:
“Padre, acuérdese del Salmo 129”. El sacerdote le pide disculpas y sigue conduciendo.
Al rato, otra vez le toca la pierna y la monja le dice:
“Padre, acuérdese del Salmo 129”. El sacerdote se excusa diciendo:
“Perdóneme, Hermana, pero ya sabe, la carne es débil”. Después de un rato, la monja se baja del coche; el cura llega a su parroquia y se va rápidamente a buscar en la Biblia, el Salmo 129.
Encuentra el Salmo y lee: "Seguid buscando que allí arriba encontrareis la Gloria".
Moraleja: "Siempre debes estar bien informado, o puedes perder oportunidades que valen oro".
MORALEJA DEL GORRIÓN
Un invierno frío y desapacible, un gorrión pasó dos noches a la intemperie con el único abrigo que proporcionaba la rama de un árbol. Convencido de que no podría sobrevivir una tercera noche en esas condiciones, abandonó el árbol en busca de un refugio mejor. Mientras volaba, sentía cómo se le congelaban las alas, hasta que finalmente cayó al suelo. Cuando yacía congelándose, se dio cuenta de que esa noche acabaría su vida. Pidiendo ya en silencio por una muerte rápida, de repente, en su estado de semiinconsciencia, sintió cómo era cubierto por un caliente abrigo. Poco después recuperó la consciencia, y vio que una vaca había estercolado generosamente sobre él. El nuevo soplo de vida y el supremo confort que sintió le hicieron muy feliz, así que comenzó a cantar. Un gato que pasaba por allí oyó los gorgojos, localizó la boñiga y cuidadosamente removió los excrementos para descubrir al pequeño gorrión, al cual rápidamente se comió.
Hay tres moralejas en esta historia:
1.- Si alguien se caga en tí, no es necesariamente tu enemigo.
2.- Si alguien te saca de la mierda, no es necesariamente tu amigo.
3.- Si estás con la mierda al cuello, pero feliz, mantén la boca cerrada.
FÁBULA DEL CUERVO Y EL CONEJO
Un cuervo estaba sentado en un árbol, sin hacer nada durante todo el día. Un pequeño conejo se dio cuenta de ésto y le preguntó: “¿Puedo sentarme como tú y pasarme todo el día sin hacer nada?”. El cuervo respondió: “¡Claro! ¿Por qué no?”. El conejo se sentó en el suelo, y mientras descansaba, repentinamente apareció un lobo, saltó encima del conejo y se lo comió.
Moraleja: Para estar sentado sin hacer nada, debes estar muy, muy alto.
FÁBULA DEL PAVO Y EL TORO
Un pavo estaba hablando con un toro: "Me gustaría poder trepar a lo más alto de ese árbol, pero no tengo energías". “Bien, ¿y por qué no pruebas un poco de mi mierda, que está llena de nutrientes?”, dijo el toro. El pavo, tras unos segundos de duda, probó un poco de la mierda, y notó que realmente le dio suficiente fuerza para alcanzar la primera rama del árbol. Al siguiente día, después de comer otro poco de mierda, alcanzó la segunda rama. Finalmente, después de dos semanas, el pavo estaba orgullosamente trepado en la copa del árbol. Más tarde, sin embargo, el pavo fue repentinamente abatido del árbol por un campesino, que le disparó.
Moraleja: Puedes llegar al tope a base de pura mierda, pero ella no te mantendrá ahí.

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