Un amigo de un amigo nos contó una anécdota ocurrida a un antiguo compañero de estudios.
Este chico se va a la Universidad a Estados Unidos, pero más o menos a la mitad del semestre se le acaba el dinero que le dieron sus padres.
Se le ocurre entonces una idea brillante y llama a sus padres:
“Papá, no vais a creer las maravillas tan modernas de educación que hay en este sitio. Resulta que aquí, en la Universidad, tienen un programa muy novedoso para enseñar a hablar a los perros”.
“¿Y qué puedo hacer para que acepten a nuestro perro Rocky?”, pregunta el padre.
“Solo envíamelo con 3000 dólares y yo me encargo de matricularlo y el resto de papeleo”.
Así que el confiado padre envía al perro con el dinero.
Más adelante, hacia los 2/3 del semestre, el muchacho se gasta todo de nuevo y decide volver a llamar a su padre.
“Bueno, y ¿cómo le va a Rocky?”.
“Increíble, papá. Ya habla hasta por los codos. Pero ahora resulta que hay otro curso más avanzado para enseñar a los perros a leer”.
“¡No jodas...! ¿Y qué hay que hacer para que entre en ese curso?”.
“Nada, sólo envíame 2500 dólares, yo lo matriculo en ese nuevo curso directamente desde aquí”.
Así es que el ingenuo padre le envía de nuevo el dinero solicitado.
Al llegar el final del curso, el chico se da cuenta de que el perro no sabe ni hablar, ni leer, ni un carajo, y le van a pedir sus padres las responsabilidades, así es que va y le mete un tiro al perro.
Cuando vuelve a su casa al final del semestre, el padre está esperándolo con júbilo.
“¿Dónde está Rocky? Estoy deseoso de escucharlo hablar y leer. Ya le tengo reservada una revista de animales para que me la lea”.
“Verás, papá, no te lo vas a creer. Ya lo tenía todo preparado para el viaje, cuando lo veo acostado en el sofá, leyendo el New York Times, como todas las mañanas, y de pronto se me queda mirando y me dice: ‘Bueno, y tu viejo, ¿sigue saliendo con la pelirroja ésa que vive enfrente de la casa?’”.
El padre, acongojado, contesta:
“¡¡¡Espero que le hayas metido un tiro a ese perro antes de que hable con tu madre...!!!”.
“¡Claro, papá! ¡Eso fue exactamente lo que hice!”.
Este chico se va a la Universidad a Estados Unidos, pero más o menos a la mitad del semestre se le acaba el dinero que le dieron sus padres.
Se le ocurre entonces una idea brillante y llama a sus padres:
“Papá, no vais a creer las maravillas tan modernas de educación que hay en este sitio. Resulta que aquí, en la Universidad, tienen un programa muy novedoso para enseñar a hablar a los perros”.
“¿Y qué puedo hacer para que acepten a nuestro perro Rocky?”, pregunta el padre.
“Solo envíamelo con 3000 dólares y yo me encargo de matricularlo y el resto de papeleo”.
Así que el confiado padre envía al perro con el dinero.
Más adelante, hacia los 2/3 del semestre, el muchacho se gasta todo de nuevo y decide volver a llamar a su padre.
“Bueno, y ¿cómo le va a Rocky?”.
“Increíble, papá. Ya habla hasta por los codos. Pero ahora resulta que hay otro curso más avanzado para enseñar a los perros a leer”.
“¡No jodas...! ¿Y qué hay que hacer para que entre en ese curso?”.
“Nada, sólo envíame 2500 dólares, yo lo matriculo en ese nuevo curso directamente desde aquí”.
Así es que el ingenuo padre le envía de nuevo el dinero solicitado.
Al llegar el final del curso, el chico se da cuenta de que el perro no sabe ni hablar, ni leer, ni un carajo, y le van a pedir sus padres las responsabilidades, así es que va y le mete un tiro al perro.
Cuando vuelve a su casa al final del semestre, el padre está esperándolo con júbilo.
“¿Dónde está Rocky? Estoy deseoso de escucharlo hablar y leer. Ya le tengo reservada una revista de animales para que me la lea”.
“Verás, papá, no te lo vas a creer. Ya lo tenía todo preparado para el viaje, cuando lo veo acostado en el sofá, leyendo el New York Times, como todas las mañanas, y de pronto se me queda mirando y me dice: ‘Bueno, y tu viejo, ¿sigue saliendo con la pelirroja ésa que vive enfrente de la casa?’”.
El padre, acongojado, contesta:
“¡¡¡Espero que le hayas metido un tiro a ese perro antes de que hable con tu madre...!!!”.
“¡Claro, papá! ¡Eso fue exactamente lo que hice!”.
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