miércoles, 13 de enero de 2010

De Compras Con La Novia

Estando de charla con los amigos, uno de ellos nos contó sus aventuras y desventuras al ir de compras con su novia.
Si en alguna ocasión vuestra chica os pide que la acompañéis de compras, pensároslo bien dos, tres… cinco mil veces antes de contestar afirmativamente. Por no hacerla un feo, ayer cuando me lo propuso acepté al instante, pero ahora me pregunto: ¿Qué he hecho yo para merecer ésto? ¿A qué viene este castigo? ¿Tan malo he sido en una vida anterior? Bien, pongámonos en situación, para corroborar lo que digo.
Después de tres interminables horas de tienda en tienda, calle arriba, calle abajo, volver a revisar lo ya visto cuatrocientas veces… te encuentras delante de un probador, convertido en perchero, habiendo perdido tu condición de ser humano para soportar, impertérrito, cómo te llena los brazos con 3 pantalones, 4 faldas, 6 camisetas y el bolso alrededor del cuello, sin poder moverte siquiera para pestañear, y dispuesto para darle tu más "sincera" opinión.
De repente se oye un grito al otro lado de la cortina:
“¡¡¡Cariño, muévete un poco y haz algo útil, vete a por una talla más de estos pantalones negros!!!
Útil, moverme... ¡¡¡si tengo más ropa encima que un ecuatoriano en el Polo Norte!!!
Después de hacer más números que una calculadora consigues la prenda indicada y cuando se la vas a dar te replica, atravesándote con la mirada:
“¡¡¡Te dije negro, no azul marino!!!
No, si aún encima va a resultar que soy daltónico y todo.
Pero lo peor está por llegar, porque tienes la mala suerte de encontrarte con el típico gracioso de la oficina:
“¡Hombre! Qué, de compras con la parienta, ¿no? (con esa sonrisita típica).
Entonces, como tú ya no aguantas más, le respondes con el mismo sarcasmo:
“No, aquí, haciendo un estudio de mercado, ¡no te jode!
Una vez te has desecho de él, por fin llegas al probador, y después de pedir catorce mil disculpas por la tardanza, llega la pregunta clave, casi a traición, que por mucho que la esperes nunca te acostumbras a ella:
“Cariño, ¿qué tal estoy?”.
“Fabulosa, mi amor. Te hace un culo estupendo.
“¡¡¡Pero si en el culo es donde peor me queda, lo dices para que nos vayamos!!!
¡Nos ha jodido, pues claro! Y esa noche ya sabes lo que te queda, a dos velas.
Así que la próxima vez que oigáis esa pregunta, haced como haré yo a partir de ahora:
“Lo siento, cielo, pero quedé con Paco para arreglar el coche, o la moto, o el ordenador...”.
¡Lo que sea, es infalible!

No hay comentarios: