viernes, 6 de abril de 2012

ENSALADA DE CHISTES PICANTES

Confesiones en la Parroquia
Una mujer en el confesionario:
- Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor hasta el atardecer.
- Pues en penitencia, rezas tres padrenuestros y echas 6 euros en el limosnero.
Más tarde otra mujer:
- Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor hasta el amanecer.
- Pues en penitencia, rezas 10 padrenuestros, y echas 18 euros, en el limosnero.
Más tarde otra mujer más:
- Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor todo el día.
- Pero esto no puede ser, rezas 20 padrenuestros y echas 30 euros en el limosnero.
Más tarde: - Padre…
- Sí, tú también has conocido a Gregorio y habéis estado haciendo el amor…
- No, Padre. Yo soy Gregorio, y… ¡O vamos a medias en el limosnero, o me llevo a todas a otra parroquia!

Dos curas, el calentador y la criada
Había una vez un cura joven y recién ordenado, lleno de ideales, que llega a un pueblecito donde nunca ocurre nada. Un día se va a visitar al diácono de un pueblo vecino, y durante la cena ve que tiene a una criada joven de muy buen ver y a la que trata con gran familiaridad. Cuando se quedan solos, le pregunta:
-Y dígame, Don Antón, esta chica y usted se comportan debidamente, ¿verdad?
-Pues claro, Antoñito, pero si es una buena cristiana.
Antoñito no se queda muy convencido, pero no dice nada y vuelve a su pueblo.
Al cabo de unos días, la criada va a ver a Don Antón y le dice:
-Con su permiso, hace unos días que no encuentro el calentador para las camas. Posiblemente no es más que una casualidad, pero el caso es que su desaparición coincidió con la visita de su colega.
-Hmmm… dudo mucho lo que insinúas, pero bueno, voy a escribirle una carta, a ver si él sabe algo.
Dicho y hecho, al día siguiente el cura novato recibe una carta diciendo:
“Querido Antoñito, no voy a decir ni que tú te llevaste un calentador de camas de mi casa, ni que no te lo llevaste. Pero el hecho es que no lo hemos visto desde tu visita.”
A lo cual este responde:
“Querido Don Antón, no voy a decir ni que usted está durmiendo con la criada, ni que no lo haga. Pero el hecho es que si usted hubiese dormido AL MENOS UNA NOCHE en su cama habría encontrado el calentador.”

El Espía y la Monja
En un aeropuerto de una de las ciudades de la antigua Cortina de Hierro, un espía huía de la policía secreta rusa, la KGB. Estaba a punto de ser capturado, cuando, súbitamente, tropezó con una monja a la que le pidió que lo escondiera bajo su hábito.
Los agentes de la KGB preguntaron a la religiosa si había visto al espía y le dieron su descripción. Ella les informa que no lo había visto.
Cuando ya el peligro había pasado, el espía salió de debajo del vestido de la monja y se inició el siguiente diálogo:
“Gracias, hermana, por haberme salvado de ser capturado por la KGB”.
“Ha sido con mucho gusto, hijo”.
“Tengo que decirle, hermana, que usted tiene unas hermosas piernas. ¿Se dio usted cuenta del besito que le di en las pantorrillas?”
“Claro, hijo”.
“¿Sintió usted los besitos que le estampé en las piernas, antes de las rodillas?”
“Sí, hijo”.
“¿Notó cuando fui subiendo y le cubrí las piernas de besos, arriba de las rodillas?”
“Sí, hijo”.
“¿Qué hubiera sucedido si yo sigo subiendo, y subiendo y llenándola de besos?”
“¡Pues que me hubieras besado los huevos, cabrón! ¡Yo también soy un espía!”

El Nuevo Cura y el Alcalde
Estaban hablando el alcalde y el maestro del pueblo en la taberna:
Alcalde: Hoy viene el nuevo párroco.
Maestro: ¿Y le va usted a avisar de la costumbre que tienen las mujeres de decir “tropezar” en vez de “cometer adulterio”?
Alcalde: No, ya se enterará él.
El párroco empieza a confesar ese mismo día:
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida. A ver, hija, ¿Qué te pasa?
-Padre, confieso que he tropezado.
-Pero hija, eso no es pecado. Anda vete.
Así una tras otra todas las mujeres del pueblo.
El párroco termina las confesiones, va a la taberna y entabla el siguiente dialogo con el alcalde:
Padre: Señor alcalde, a ver si intenta reparar un poco las calles del pueblo, que las mujeres no hacen más que tropezar.
Alcalde: Ja, ja, ja, usted no se entera de nada.
Padre: ¡Pues no sé de qué se ríe, si su mujer es la que mas tropieza!

Esa Enfermedad Llamada “Mamitis”
-¡Doctor, ya no aguanto más! A pesar de todos mis esfuerzos, mi marido no me considera. Desde que nos casamos, él sólo habla de su mamá, mamá, mamá ¡es como si yo no existiese!
El psicólogo le pregunta si ya probó con hacer una cena especial.
-Sí, pero no ayudó nada.
-Tengo una idea, señora -dice el psicólogo. Si hay un lugar donde su suegra no puede rivalizar con usted, es en la cama. Esta noche usted se viste con un vaporoso negligé y camisón negro de encaje, todo transparente. Además póngase medias de encaje, una mini tanga y liguero negro, el color negro es muy sexy y excitante, maquíllese, use altos tacones de pulsera, negros obviamente, además cambie las sábanas; coloque sábanas de seda, con ese ambiente seguro que no resiste. Si puede coloque unas velas en vez de la luz eléctrica, o tape las bombillas con algunas telas de colores que den un ambiente más sensual.
La despampanante joven siguió todo el plan al pie de la letra, sin olvidar ningún detalle. Sentía un leve rubor en todo su cuerpo al preparase para su esposo. La verdad es que ella misma nunca se había sentido tan sexy, provocadora y voluptuosa, al mirarse de cuerpo completo en el espejo, sintió deseos por ella misma, de tan sexy que se veía. Al llegar el marido adopta una postura provocativa; él entra a la habitación, la ve y gritando pregunta con cara de desesperación:
-¿Por qué estás toda de negro? ¿¡Le pasó algo a mi mamá!?

Juan, el pecador
Este muchacho, Juan, va a la iglesia a confesar sus pecados.
''Padre'' -dice Juan- ''he pecado''.
El padre responde: ''dime, hijo, libera tus pecados''.
Juan prosigue: ''Padre, el lunes estaba en la casa de mi novia y Padre, la casa sola, ella sola, yo solo; Padre, pequé''.
El Padre contesta: ''No te preocupes, hijo. Es natural en un muchacho joven como tú el tener esos pensamientos y compartirlos con tu novia. No es un pecado grande, así que dos rosarios te liberaran de la culpa''.
''Es que, Padre...'' -interrumpe Juan- ''esto no termina ahí. El martes, estaba en la casa de mi novia y estaba la mama de mi novia y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola... Padre, pequé''.
''Hijo,'' dice el Padre, ''debes ser más cauteloso y tratar de aguantar esos impulsos. Ocho rosarios te liberan de la culpa''.
A lo que Juan responde: ''Es que, Padre, el miércoles estaba en la casa de mi novia y la tía estaba ahí. Y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola, Padre, pequé''.
El padre ya sorprendido, le dice a Juan: ''Hijo, tienes más trabajo que hacer. Piensa lo que hiciste y reza...''
Juan interrumpe al padre otra vez: ''Padre, es que el jueves estaba en la casa de mi novia y allí estaba su abuelita. Ella sola, yo solo, la casa sola. Padre, padre pequé una vez más''.
Un silencio absoluto se apoderó de la iglesia.
El padre no contestaba.
''Padre, Padre'' gritó Juan mientras lo buscaba.
Al fin lo vio, agarrado de uno de los abanicos del techo.
''Pero, padre, que hace usted ahí arriba''.
A lo cual el nervioso padre contesta: ''Hijo, hoy es domingo... Yo estoy solo, tú estás solo, la iglesia está sola, y no quiero que peques más''.

Los arreglos en la casa y el marido agarrado
Una esposa tiene unos encargos para su marido.
Sábado por la mañana:
Esposa: “Cariño, una de las patas de la mesa del comedor esta floja, ¿podrías arreglarla?”
Marido: “¿Acaso me has visto tu a mi cara de carpintero?”
Domingo a medio día:
Esposa: “Amor, el grifo del lavabo gotea, ¿podrías echarle un vistazo?”
Marido: “¿Es que me ves cara de fontanero?”
Lunes por la noche:
Esposa: “Cariño, no se enciende la luz de la cocina, ¿podrías mirar qué pasa?”
Marido: “¿Ahora me ves cara de electricista?”
Martes por la tarde:
Esposa: “Mi amor, la puerta del jardín cada vez cierra peor, ¿podrías ver qué tiene?”
Marido: “Ahora resulta que tengo cara de cerrajero.”
Miércoles por la noche:
Esposa: “Cariño, esta tarde quise ver una película y al poner el DVD no funcionaba, ¿puedes echarle un vistazo?”
Marido: “Me parece que no tengo yo cara de técnico electrónico.”
Y el viernes por la noche el marido llega a casa y se encuentra con que la pata de la mesa está firme y segura, el grifo del lavabo no gotea, la luz de la cocina enciende perfectamente, la puerta del jardín cierra a la perfección sin hacer el más mínimo ruido, y ve que su hija está viendo una película en el DVD sin problema, tras lo cual pregunta…
Marido: “¿Qué ha pasado, que está todo arreglado?”
Esposa: “Pues nada… que vino Luis, el vecino, que tiene una empresa de servicios de mantenimiento para el hogar y es un experto en todo ese tipo de cosas.”
Marido: “¿Cuánto te cobró?”
Esposa: “Nada, mi amor.”
Marido: “¿Cuánto tiempo estuvo arreglándolo?”
Esposa: “Casi tres horas.”
Marido: “Y empleando tanto tiempo, ¿no te cobró nada?”
Esposa: “Cuando terminó los arreglos, le pregunté: ‘¿Cuánto le debo?’ Y él sonriendo me dijo: ‘No es nada, con una tarta de chocolate con nata, o con una sesión de sexo desenfrenado, me sentiría muy bien pagado’.”
Marido: “¿Y le hiciste la tarta?”
Esposa: “Cariño, ¿no eres un poco tonto? ¿Acaso me has visto tú a mí cara de pastelera?”

Una chica FRUGIL en el confesionario
Una señorita va a la iglesia a confesarse:
-”Perdóneme Padre porque he pecado”, dice la señorita.
-”Bueno hija, cuéntame tus pecados”, le responde el cura.
-”El otro día estaba caminando por la calle cuando me encontré con un viejo amigo. Fuimos a tomar un café, empezamos a charlar, fuimos a su apartamento e hicimos el amor. Y como yo soy tan FRÚGIL…”
-”Frágil, hija, se dice frágil”, interpone el padre.
-”Bueno, al día siguiente estaba sentada en la plaza cuando de repente se aparece otro amigo. Empezamos a charlar y después terminamos en mi apartamento. Y como yo soy tan FRÚGIL…”
-”Frágil, hija, se dice frágil”, dice otra vez el cura.
-”Y ayer estaba con mis amigas cuando se apareció mi novio. Empezamos a conversar, después fuimos a su apartamento y como yo soy tan… ¿ay, cual es esa palabra, Padre?”
-”¡Puta, hija, se dice puta!”

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