lunes, 11 de enero de 2010

El Coche Embrujado

El siguiente relato le ocurrió al amigo de un amigo, según me contaron:
La historia ocurrió hace algún tiempo, y aunque parezca sacado de una película de Alfred Hitchcock, dicen que fue real y que pasó cerca del pantano de Alarcón, en Cuenca.
Un hombre estaba parado a la orilla de la carretera a medianoche haciendo autostop, mientras estaba cayendo una tormenta tremenda.
Pasaba el tiempo pero nadie se paraba para llevarlo. La tormenta era tan fuerte que apenas sí se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia.
De repente, vio como un coche con las luces apagadas se acercaba lentamente y al final se detuvo frente a él.
El hombre, sin dudarlo por lo precario de su situación, se sube al coche y cierra la puerta.
Mira hacia el asiento de al lado y se da cuenta con asombro de que nadie va conduciendo el automóvil.
El coche arranca suave y pausadamente. Al cabo de unos momentos, el hombre comienza a escuchar voces que susurran algo que no entiende, y oye jadeos y quejidos, pero no hay nadie dentro del coche.
Mira hacia adelante, a la carretera y con horror se percata de que delante llega una curva.
Asustado, comienza a rezar e implorar por su salvación al advertir su trágico destino.
Aún no ha terminado de salir de su espanto cuando, justo antes de llegar a la curva, aparece una mano tenebrosa por la ventanilla del chófer y mueve el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado por el terror y sin aliento, medio cierra los ojos y se aferra con todas sus fuerzas al asiento; inmóvil e impotente, ve cómo sucedía lo mismo en cada curva del oscuro camino, y los quejidos y jadeos aumentaban en cada momento, lo que le provocaba tal espanto que cada vez se acurrucaba más en el asiento.
De pronto, escucha más claramente las voces jadeantes, que le dicen:
“No te escondas, que te vemos... ¿por qué te escondes?
Totalmente helado por el pánico, tras varios segundos sin atreverse a contestar, y ante la insistencia de las voces que le repetían lo mismo una y otra vez, responde:
“¡Por favor, no me hagáis nada! ¡Por favor.... no!
“¿Qué no te hagamos nada, hijo de puta? ¡¡¡Como no salgas del coche y empujes como los demás, te vamos a inflar a ostias!!!

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