lunes, 11 de enero de 2010

Día De Locos

Un amigo me contó lo que le ocurrió en un “día de locos”:
Iba caminando por la calle cuando se encontró con un hombre que, a todo correr, perseguía a otro gritando a todo pulmón:
-¡Asesino! ¡Asesino!
El que corría delante logró escapar; mi amigo, entonces, fue increpado por el perseguidor.
-¿Por qué no agarraste al asesino?
-¿Asesino? ¿Qué es un asesino?
-Un asesino es un hombre que mata.
-¿Quieres decir un carnicero?
-No, un hombre que mata a otro hombre.
-¡Oh!, ¿un soldado?
-No, un hombre que mata a otro hombre en tiempo de paz.
-¡Ah!, ¿entonces un verdugo?
-¿Pero eres tonto? Es un hombre que mata a otro hombre, en su casa, por ejemplo.
- Ahora te entiendo... Un médico.
Al rato, se cruzó con una señora que le decía a su sobrina:
-Cuando yo era pequeña, mi madre me dijo que si seguía haciendo muecas como tú, me quedaría fea para siempre.
-Entonces, tía, qué lástima que no te advirtieron a tiempo.
Más tarde, estando de paseo por el campo con su nuevo coche deportivo, llega a un cruce y se encuentra con un gran charco de agua delante de él. Al verlo, baja del coche para cerciorarse que el charco no fuese muy profundo para poder pasar sobre él; divisa un campesino dormitando y le pregunta:
-Eh, amigo... ¿Es muy hondo éste charco para pasar con el coche?
-No, qué va. Es bastante llano.
Entonces, confiado, mete primera y acelera para pasar el charco rápido, pero su coche se hunde completamente en el agua. Logra salir a duras penas y casi ahogado, y se encara con el campesino:
-¡Oye!, ¿¡no me dijiste que no estaba muy hondo!?
El campesino le responde, asombrado:
-Qué raro, oiga, porque a mis patitos el agua les llegaba al pecho.
Ya de vuelta en la ciudad, pasa al lado de un grupo de niños, y la maestra le dice a uno de ellos:
-¡Pepito! ¡Quisiera ser tu madre por dos o tres días, a ver si puedo mejorar tu educación!
-¡Está bien, señorita! Hablaré con mi papá, pero por lo que dice de usted, ¡¡estará muy contento!!
Ya anochecido, de camino a su casa, se cruza con dos borrachos discutiendo entre sí:
-¿Apostamos a que la primera palabra que dirá mi mujer, cuando me vea, será "amorcito"?
-¿Cómo puede ser? Mírate, estás mucho más borracho aún que yo.
-No importa. ¿Apostamos un litro de whisky?
-Pero si yo conozco a tu mujer, es una fiera.
-No importa. ¿Apostamos?
- Está bien, apostamos. Allá tú.
Llegan a la casa del hombre y llaman a la puerta:
-¿Quién es?
-¡Soy yo, mi amorcito!
-¿¡¡¡Amorcito?!!! ¡¡¡Muérete!!!...

No hay comentarios: